Solo en casa pero conectado: Casa Feliz equipa a las personas mayores para ser expertos en tecnología

By Renee Umsted,
|

junio 17, 2020

West Dallas

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Sylvia Deleon llegava al Centro Comunitario Wesley-Rankin en West Dallas a las 8 a.m. cada día de la semana, ansiosa para ver a sus amigos y comenzar las actividades de la mañana.

Esperando a Deleón y otros en la puerta estava Elizabeth Alfaro, la coordinadora principal de programa, lista para saludar con un abrazo a los 74 participantes de Casa Feliz.

Después del desayuno, los adultos mayores participavan en las actividades que el personal del centro había planeado para el día: bingo, manualidades, ejercicios, y juegos de memoria. Se sentavan en las mesas con sus amigos más cercanos, pero aún interactuaban con todo el grupo.

«Básicamente nos llevamos bien con todos,» dice Deleon.

El grupo terminavan el almuerzo aproximadamente a mediodía y regresavan a casa.

Luego emergió COVID-19 y, con él, órdenes del gobierno local de quedarse en casa. Para los adultos mayores de West Dallas acostumbrados a comer e interactuar juntos todos los días, la pandemia los dejó en casa, aveses solos, y en muchos casos con solo un teléfono de tapa para conectarse al mundo exterior.

Pero el personal de Casa Feliz de Wesley-Rankin estaba decidido a buscar un nuevo camino durante la enfermedad.

Incapaz de preparar comidas para los adultos mayores, Wesley-Rankin se quedó con la pregunta de cómo asegurarse de que tenían alimentos.

La respuesta vino en asociaciónes con iglesias locales y con Brother Bill’s Helping Hand, una organización sin fines de lucro de West Dallas que dona alimentos. Voluntarios entregan comida a los adultos mayores cada semana, dice Shellie Ross, directora ejecutiva de Wesley-Rankin.

Como agradecimiento, muchos de los adultos mayores cosieron máscaras para los voluntarios.

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Encontrar maneras de mantener a los adultos mayores activos entre sí mismos y con el personal ha sido más difícil, pero igual de importante.

«Diré que para la mayoría de nuestros adultos mayores, viven solos, lo que a veces sorprende a la gente,» dice Ross. «Realmente era un lugar fuerte para ellos, no solo para promover la salud física y la nutrición, pero también era un lugar para que realmente vieran a sus amigos».

Deleon tiene una historia personal con Wesley-Rankin. Su madre trabajó allí y comenzó a participar en el programa Casa Feliz cuando se retiró. Después de la muerte de su madre, Deleon siguió sus pasos viajando regularmente al centro para ser parte del programa.

El personal de Casa Feliz trabajó para hacer una transición a un sistema de reunión virtual, pero esto no ha sido fácil para todos. Ross clasifica a los adultos mayores, cuyas edades oscilan entre 65 y 97 años, en tres niveles de habilidad: aquellos que aprendieron a navegar sus tecnología rápidamente, aquellos que tenían la tecnología pero no sabían cómo operarlos, y aquellos que tenían teléfonos de tapa, que no tienen la tecnología moderna o la habilidad para usar la.

Al principio, los adultos mayores usaron Facebook Messenger para comunicarse, pero pronto cambiaron a Zoom, que les permitió incluir a más personas cuando se reunen y ver las caras de todos, una característica que prefieren los adultos mayores, Alfaro dice.

Para enseñar a los adultos mayores cómo usar Zoom, el personal del centro fue a las casas de los adultos mayores, enviaron hojas con tutoriales y videos grabados.

Una persona mayor pasa su teléfono sobre su cerca para que un vecino amable pueda ayudarla participar a las reuniones de Zoom.

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«Ha sido mucho trabajo duro,» dice Alfaro. “Pero valió la pena. Están felices, están jugando de nuevo.»

Para Deleon, aprender a usar Zoom, un logro que sorprendió a sus hijos, fue crucial para mantenerse conectada con los demás adultos mayores.

«Es eso o no ver a mis amigos,» dice ella.

En las llamadas de Zoom, los adultos mayores hacen ejercicio juntos, juegan bingo y juegos de memoria, y cantan, dijo Alfaro. Los miembros del personal distribuyen materiales que se utilizan en las actividades con sus alimentos cada semana, dice Ross.

Recientemente, tuvieron 28 adultos mayores jugando bingo en Zoom, la cantidad mas grande desde que comenzó la pandemia.

El centro comunitario quiere que todos los adultos mayores de Casa Feliz participen, incluso los que no pueden unirse a las reuniones de Zoom. A eyos les dan hojas de instrucciones para realizar las actividades por su cuenta. Estas guías están hechas con imágenes para que los adultos mayores que no pueden leer puedan entenderlas.

Además, el personal de Wesley-Rankin llama a los adultos mayores al menos una vez por semana para mantenerse en contacto con ellos.

«Nuestro personal podría llamarlos todos los días, y todavía están solos,» dice Ross.

Algunos de los adultos mayores tienen problemas de salud mental como la depresión. Las llamadas ayudan a mantenerlos conectados y permiten al personal compartir información sobre recursos, dice Alfaro.

Casa Feliz ofrece un propósito y un sistema de apoyo para los adultos mayores que la interacción virtual no puede reemplazar. Ellos y el personal de Wesley-Rankin estan luchando con el aislamiento que acompaña a las órdenes de quedarse en casa.

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Alfaro dice que abrazar a los adultos mayores y mostrarles afecto era algo que le gustaba de Casa Feliz. Trabajar con personas mayores es similar a cuidar a los niños en que requiere una cantidad significativa de energía, ella dice.

«Pero era la misma energía que me hace volver el día siguiente,» dice Alfaro. “Y no poder verlos, fue emocional. Fue una lucha emocional para mí.»

A medida que se acerca el verano, Ross dice que está planeando un campamento de verano virtual para los adultos mayores y espera que los estudiantes de la Escuela Hockaday participen. Estos estudiantes, que visitaron Wesley-Rankin antes de COVID-19 para practicar su español, ya están familiarizados con los adultos mayores.

Aunque los adultos mayores y el personal están aprovechando al máximo la situación, nada puede reemplazar las reuniones en persona en Wesley-Rankin.

«Creo que extraño a mis amigos más que cualquier otra cosa,» dice Deleon.

Traducción de David Silva Ramirez

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